TEMA DE UN TEXTO. TEORÍA Y PRÁCTICA


TEORÍA I

TEORÍA II


 El tema es la idea central que sintetiza la intención del autor. Para identificarlo se debe responder a la vez a dos preguntas: ¿de qué trata el texto?, ¿por qué y con qué intención lo aborda el autor?

     Estas son algunas orientaciones y estrategias para extraer el tema de un texto:

No limitarse a mencionar el asunto general (el amor, la muerte, el alcohol)



Pongamos por ejemplo un texto sobre la incorporación de la mujer al ejército.Éste es el asunto. A ello hay que añadir qué pretende el autor al escribir el texto y con qué actitud lo hace. Así, la intención puede ser justificarlo, criticarlo, parodiarlo, etc., y su actitud podrá ser, dependiendo de la intención, crítica, irónica, de indiferencia, etc. Podríamos enunciar el tema de la siguiente manera:
Justificación de la incorporación de la mujer al ejército por suponer un paso importante en la igualdad de género

+ Formularlo comenzando por un sustantivo abstracto con complemento (crítica, denuncia, reflexión, exposición, defensa de... o malestar, frustración, lamento, queja, deseo de...), de manera que se incluya el tono o el tratamiento que le da el autor: Lamento por la muerte de un ser querido.

No confundir el tema con el título, por ejemplo, el tema Efectos perjudiciales de la contaminación acústica corresponde a un texto periodístico cuyo titular era El ruido mata.

No confundir el tema con el resumen.

+ Hay varias maneras de formular un tema:

a) Contemplando la valoración del autor: El abuso del alcohol: causas y consecuencias negativas y medidas correctoras.

b) Recogiendo la postura del autor: Peligros del abuso del alcohol y necesidad de adoptar medidas correctoras.

c) Incluyendo claramente la intención del autor en el enunciado: Crítica/Denuncia de los peligros que conlleva el abuso del alcohol y propuesta de medidas correctoras



CARACTERÍSTICAS DEL TEMA DE UN TEXTO
 Brevedad.
La enorme angustia ante el final y la pérdida irremediable del amor.
Esta frase, obviamente incluye elementos innecesarios. Con esta otra frase, diríamos lo mismo:
La angustia por  la pérdida del amor.
Abstracción.
La  angustia de una mujer de mediana edad porque su novio de toda la vida la abandonadespués de muchísimos años.
Lo que aparece marcado  en rojo no responde al criterio de abstracción. Todo ello alude a aspectos concretos que, posiblemente, podríamos comentar en otros momentos de nuestro trabajo, pero que, de ninguna manera, deben aparecer en la frase del tema.
 Precisión.
Amor y dolor 
Una redacción de este tipo muestra muy poca elaboración y, posiblemente, poco esfuerzo de reflexión sobre el contenido exacto del texto. El resultado peca de confuso: lo mismo podría tratarse de amor al dolor que de dolor por amor o, incluso, de amor por dolor, etc.
 Claridad y corrección lingüística.
La angustia de la chica con muchos años de salir con un pavo cantidad de guapo, donde se ve toda hecha polvo de todo lo que sufrirá.
Observamos numerosas incorrecciones.
No emplea el registro lingüístico apropiado. Aparecen diversos coloquialismos:  chica, pavo, toda hecha polvo, cantidad de guapo….  La frase está mal  construida: con muchos años de, donde se ve… Esta frase tampoco  cumple con la condición de claridad. ¿Sufre porque la deja alguien, o porque la  va a dejar? ¿O porque ella ha dejado o va a dejar a alguien? En realidad, como hemos visto, tampoco se debería ni concretar ni detallar tanto en la frase del Tema, pero, además de eso, la frase es confusa, incongruente  y se presta a diversas interpretaciones
 Objetividad
La angustia justificadísima de una pobre mujer porque la abandona un hombre que yo diría que es un sinvergüenza.
Evidentemente, en una frase semejante añadimos valoraciones nuestras al contenido del texto; algo que hemos de evitar a toda costa al redactar el Tema.
           
          


EJEMPLOS

El peligro neonazi 
Afloran los síntomas de una enfermedad social preocupante en los países democráticos: el resurgimiento, con el nombre que se quiera, de los grupos neonazis. Abordar el problema será, sin duda, uno de los retos no previstos por esas sociedades prósperas en las que anida, el germen de la violencia, sea ésta contra razas, etnias, sexos, religiones o cualquier forma de diferencia respecto a lo que algunos consideran como propio. El viernes se produjo el tercer atentado consecutivo con estas características en Londres. El primero fue contra negros; el segundo, contra asiáticos; el tercero, contra homosexuales. Los sospechosos: los “Lobos Blancos”. No hace falta una gran perspicacia para adivinar la mano de la ideología nazi detrás de esta campaña, trágicamente repetida en la Europa que se creyó vacunada tras la II Guerra Mundial. En Alemania, pensadores y políticos alertan desde hace años sobre el peligro neonazi. En España se han dado casos puntuales, como en Francia. Estamos, por lo tanto, ante los síntomas de un problema serio que cuando se desata es difícil de combatir, porque su origen está en la irracionalidad y en el fanatismo. En efecto, el diagnóstico no está claro, aunque debemos apuntar a que en su base está la frustración social de grupos, normalmente de poca cultura y capacidad económica, que se sienten marginados o disminuidos por inmigrantes; o insultados en su código de valores por hábitos religiosos extranjeros, o por inclinaciones sexuales diferentes. Se podría decir que la educación es la respuesta. No es sencillo. También puede ser necesaria la capacidad coercitiva pública

TEMA
Alerta del peligro del resurgimiento de grupos neonazis en Europa y petición de una respuesta social 


TEXTO
Ahora que el dolor y los nombres de los heridos y los muertos dejan paso a las preguntas, la necesidad de explicaciones y las reparaciones, ahora, que es el momento para que hablen los políticos y los gobernantes (y no antes, cuando la atención y las medidas debían centrarse en la victimas), ahora es el tiempo para reflexionar sobre los porqués. No el mayor y mas desgarrador, por qué a esa hora, por qué ese hombre, esa muchacha, por qué el fin de una vida joven y sin culpas mayores. No existe razón para ninguno de esos doscientos muertos, ni para la imputación bárbara de pies y manos, ni para el recuerdo perenne de los vagones retorcidos. No la hay, salvo que la vida es imprevisible y cruel pese a nuestras construcciones imaginarias y nuestros consuelos de rutina y tranquilidad, que sabremos que habrá un fin pero no tenemos el menor poder para preverlo o atenuarlo.
Sin embargo como las pruebas apuntan, como la mayor parte de los diarios internacionales parecen creer, nos encontramos frente a un atentado islamista, habrá otros porqués; los terroristas habrán pasado por alto las manifestaciones populares, el no a la guerra de hace un año, para vengarse de la decisión política que se tomó sin escuchar el rechazo general, y eso nos lo hará más crueles y sanguinarios. Como españoles, la mayor parte de nosotros podíamos comprender el odio y el ataque a los estadounidenses, no hacia nosotros. Pero nada real hicimos para detener esa guerra. No exigimos un referéndum, no se paralizó el país durante días, ni siquiera se censuró esa política en las elecciones municipales. Quizás porque la catarsis de las manifestaciones masivas nos dejó satisfechos, quizás porque tradicionalmente sobre un pueblo pasivo, resignado a los tejemanejes políticos y poco participativos. Quizás porque las posibilidades de inversión en Afganistán e Iraq eran tan interesantes que no se podía prestar atención a ninguna queja. Fuimos parte agresora en esa guerra, con una actitud similar a la de los americanos; lamentábamos las víctimas, pero se libraba lejos de nuestro territorio. Y la percepción de sentirnos en contra, de habernos mostrado en contra, nos hacia desvincularnos de las decisiones políticas como si los españoles, que colaboraban con Inglaterra y EEUU no fuéramos nosotros.
Lo éramos y al participar en esas matanzas nos pusimos en peligro. Nunca se entra en una guerra impunemente. Nada puede justificar una muerte, pero por ello mismo todas las muertes son iguales. La del afgano y la del Pozo. La del niño iraquí y la del bebé número 199.
No nos lo merecíamos, pero no somos una sociedad inocente. Sí ciega, si poco reflexiva, sí ensoberbecida con nuestros pequeños logros en el mundo. Michael Moore, en sus dos ensayos sobre la política estadounidense habla de cómo los americanos no acaban de entender por qué el resto del mundo les odian.
Nosotros, al parecer, tampoco lo comprendemos: por desgracia, por nuestra culpa, tienen muchas razones.
TEMA
La responsabilidad de la sociedad española en los atentados del 11 de marzo 


EJERCICIOS SIMPLES SOBRE EL TEMA

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